jueves, 17 de febrero de 2011

Los buenos siempre terminan ganando

Al menos es lo que una quiere pensar, que al final el bueno gana.

Una ve las noticias y no, parece que no, que el malo escapó, huyó de la justicia llevándose un costal de dinero de unos pobres incautos, que dejó un reguero de muertos y anda de vacaciones en algún paraiso sin que nadie sepa dónde agarrarlo... Bueno, eso también pasa. Cierto.

Pero en otras ocasiones el bueno gana.

Algunas personas tienen esa luz especial que irradian todo y lo ves. Este va a ganar. Este cabrón es bueno. Se le nota. Tiene ese "algo".

El Fernando Brito es uno de esos hombres buenos que estaban destinados a ganar.

Hace varios años, con motivo de su primera exposición individual, escribí un post en mi antiguo blog. Parece que fue premonitorio, oye.

El Flaco, ese que hasta que no se terminaba el alcohol no se iba, ese que se tomaba la cerveza caliente por no desperdiciarla, ese cuyas historias hacían reir a las estatuas, ese Flaco y resalao que subía la pirámide del Sol brincando como un saltamontes, ese mero, nos ha ganado el tercer puesto de World Press Photo, el permio más importante del mundo de fotoperiodismo.

Su magnífico trabajo como reportero gráfico en el Diario El Debate de Culiacán, en México, pese a la extrema dureza de los temas que trata, ha dado sus frutos. Pueden ver parte de su obra aquí. Advierto que es fuerte.



Los buenos, mi Flaco, como tú, siempre terminan ganando.

Yo mientras voy poniendo cervezas a calentar, esperándote.

jueves, 27 de enero de 2011

Autobombo

Queridos pececillos;

Con esto de que la crisis hace mella en las economías familiares, la tribefamily no iba a quedarse atrás... pero desde Chez Trybeca ponemos buena cara al mal tiempo y nos inventamos fórmulas originales y divertidas para salir a flote.

El Mandarín y yo formamos un equipo incombustible, amigos, y así él materializa el trabajo y yo me ocupo de la promoción. Estoy moviéndome como loca por la red colgando anuncios. Temo que en cualquier momento la "menestra Sinde" me envíe a un par de fornidos polis por no pagar derechos de autor de nuestra propia obra.

Y es que...


Seve Palomares es un artista que hace estos dibujos maravillosos con un lápiz y mucho cariño. ¿Quieres uno?.. pues escoge una foto de buena calidad que te guste, nos la envías y por el módico precio de 50 eurillos tendrás una pequeña obra de arte colgada en tu casa o en la de quién tu quieras... no es el regalo perfecto?


Seguro que teneis una madre a la que le encantaría un dibu de vosotros cuando érais pequeños, o un retrato de familia.. y qué tal uno de vuestros hijos?, o de tu mascota?,  para tu chica, para tu marido, o para tu jefe¡¡ , hay mil fotos que nos gustaría convertir en algo especial y esta es la oportunidad¡¡


Las medidas pueden ser en A3 (29.7X42cms) a 75 euros o tamaño folio (21x28 cms) a 50 euros. Otras medidas, consultadnos¡¡.

Podemos enviar por correo a cualquier punto, gastos de envío aparte.

Forma de contacto: trybeca@yahoo.es

Animaos¡¡

Los chicos de  mundobebés, se han enrrollado super bien y hasta me han posteado en su blog... qué majos¡¡


P.D.: Mecenas bienvenidos...

jueves, 20 de enero de 2011

Yo no era así (tercera parte)



Queridos pececillos:

Ustedes que me siguen desde tiempo inmemorial (y si no, pues bienvenido) me han acompañado en mi particular proceso de mutación en el que me he he transformado de crápula monógama sucesiva, fumadora empedernida, coleccionista de amantes, asídua de saraos y clubes de mala muerte y con unos niveles de alcohol en sangre respetables a la madrugadora, diligente, cocinillas, fidelísima y bien avenida esposa, madre de una churumbela, con analíticas dignas de exposición.

Todo un cambio que, oigan, mi esfuerzo y lágrimas adaptativas me ha costado. Pero casi lloro de puro orgullo cuando ví por vez primera en años unos análisis de sangre en los que el colesterol era digno de una púber quinceañera sanota.

Y no digamos lo que me ahorro en salidas nocturnas. Sí, lo digo: todo, me lo ahorro todo porque yo a las once me acuesto como una gallina ponedora. Ya no me saludan los camareros. Ni conozco a los dj´s de los antros. Las escasísimas resacas que he sufrido han sido de manufactura casera. Vamos, que se me ha ido la mano con el vino de la cena.

Ya no tengo vestuario para salidas nocturnas, ni purpurinas, ni taconazos. Regalé todos mis vestidos de noche, mis tops de lurex y escotazos, mi super abrigo 70´s que me hacía parecer Bianca Jagger a punto de entrar en Studio 54, mis salones de Prada (esos también). No me hacen falta.

En este camino de purificación y buenrrollismo conmigo misma, no caben los accesorios que incitan al desparrame, que yo soy mucho de liarme y a ver luego quién se levanta a preparar a la Lola para la guarde.

Bueno, pues como una ha sido mucho de... cómo lo diré... "alteraciones artificiales de conciencia" me ha quedado la costumbre. Como dice el Mandarín: mira que te gusta una pastillita. Efectivamente: me gusta mucho eso de la felicidad hecha un redondel pequeño y tragable. De colores, a ser posible. Y no veas qué variedad hay en los herbolarios. De todo. Para todo.

Soy fan. Hoy mismo he hecho un pedido a Londres de Chlorella, Spirulina y algas AFA. Morada a algas me voy a poner. Que viendo los precios igual y me sale a cuenta comprarme un acuario y dejar que las algas lo invadan. Creo que probaré con una maceta del balcón.

Y es que las algas, la lecitina, el miso y yo somos uno. El Mandarín hace su taichí a la que amanece y yo me atiborro a pastis. Tan felices, oigan.

Pero hete aquí que la UE me quiere quitar mis cápsulas de salud y bienestar. Que quieren prohibir la venta de plantas medicinales. Que la manzanilla va a ser ilegal¡¡¡. ¿Se dan cuenta del despropósito?. Lean amigos y cabréense. Pero mucho. Y luego sean tan amables de quejarse vía carta rellenando sus datos aquí.

Piensen en mí, amigos, no permitan que la UE y las famacéuticas me devuelvan a las calles, que ya la he liado lo suficiente. Firmen, amigos, y colaboren para un mundo con menta-poleo y cardo mariano (que es un nombre genial, no me lo nieguen)

P.D.: lo del fumeque, ustedes dispensen, pero no lo dejo aún.
P.D.2: Me han entrevistado y pueden leerlo (y ponerme cara) aquí

martes, 11 de enero de 2011

post plañidero (a ver si sólo se va a quejar los demás)

Aquí, una servidora que suele ir con retraso para casi todo, no ha tenido tiempo de escribir su carta a los Reyes por estar ocupada en los menesteres navideños, compromisos familiares, atenciones médicas variadas y un ratico para dormir.

En el último mes, el Mandarín y yo, hemos hecho malabares para conjugar trabajo, vacaciones de los niños (el suyo y la nuestra, uséase, dos churumbeles ociosos), cumplir con las citas tradicionales, un muela con flemón, un "ratavirus" que ha atacado a:

- Tribemadre
- Tribehermana
- Tribehija
- Tribehermano de tribehija

A lo que hay que añadir el exceso de compras, exceso de cocinar, excesos al ingerir, cambio de asistenta y adiestramiento (que tiene lo suyo) y las peleas habituales en estas fechas por parte de mi familia, cada año "in crescendo" y con las consabidas amenazas de "como esto siga así, emigro al cono sur y no me volveis a ver el pelo".

Hemos ido tanto al médico que las figuritas del Belén del centro de salud nos saludaban por nuestro nombre. Hubo un día que llegando de la oficina a la hora de comer, había tal panorama que agarramos a los niños y derechitos al centro de salud: uno con unas anginas como balones de reglamento, la otra con una diarrea que parecía una riada, el padre con las muelas al Jerez y la cara desencajada de dolor. Y mientras salíamos por la puerta, que a mi suegra le da por hacernos una visita sorpresa y se tropieza en el portal y se hizo un chichón tamaño "conmoción cerebral, fijo". Otra que se vino de tourneé al dispensario.

No hemos tenido un día de paz en el último mes. Es muy difícil llegar a todas partes y contentar a todo el mundo. Es muy difícil.

Tanto el Mandarín como yo hemos andado de la ceca a la meca todo el santo día sin que hayamos tenido un momento para nosotros mismos. Qué esperanzas tomar un café a solas con un amigo.Y el Mandarín, ahí, al cien por cien, poniendo calma y cordura. Es un santo, el tío.

Por eso, cuando me dicen en mi familia que soy egoista, que sólo pienso en mí y que no me ocupo de los demás, que voy a mi rollo y paso de todo lo que no sea yo misma, se me enciende el piloto rojo-ira y me dan ganas de sacar a pasear la espada muerteydestrucción.

Pero no lo hago porque soy una pringada y en cambio, aguanto la lluvia de insultos e improperios y me echo a llorar como una magdalena. Soy así de gilipollas.

Por eso, este año a los Reyes lo primero que les voy a pedir es salud, para que podamos disfrutar sin tener dietas especiales, sin tener que comprar acciones a ninguna farmaceútica, sin tener que pasarnos la vida de un médico a otro, sin tener que pedir favores que luego cobran a precio de lágrima, sin tener que estar escuchando una y otra vez lo mal que lo haces porque tu hija se enferma (como toooooodos los niños en su primer año de guardería) y tú no lo remedias.

Lo segundo que voy a pedir es que el enorme, inmenso y no bien valorado tiempo libre del que disponen mis opinadores negativos se reduzca considerablemente. Dejo a los Reyes Magos la potestad de elegir en qué pueden ocupar su tiempo pero apunto ideas:

- Un novio para cada quién.
- Colaboraciones en ong´s. Capacidad de entrega no falta, y de paso, aprendemos a relativizar nuestros problemas que no son ni tan gordos ni tan graves como creemos a veces.
- Trabajo extra por horas remunerado. Mano de santo para no tener ganas de discutir por puro cansancio, oiga.
- Estudiar. Lo que sea. Macramé, biología marina, cocina bengalí. Hay un mundo de saber ahí fuera y alguien se lo está perdiendo. Y lo que entretiene.
- Iniciar una carrera delictiva. Esto llena mucho, porque entre que aprendes a superar tus barreras morales y huyes de la poli, se te va el tiempo que no veas.
- Adoptar un niño. Así cuando vaya a la guardería y se enferme, tendré mi momento de "¿y ahora qué?". De paso, podemos reciclar medicamentos juntos.

Y mi tercer deseo, queridos Reyes Magos, es el egoísta. Para mí, para mí solita.

Quisiera poder tomarme un café, a la hora que la gente normal toma sus cafeses, con algún amigo. En paz. Sin llamadas sobresaltándome, regañándome, inquiriéndome, cuestionándome, insultándome. En paz. Sabiendo que todo está bien, en orden y tranquilo y que los demás lo sepan también (y se lo crean, que esta es otra).

En paz.

Qué agusto me he quedado.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Atención al cliente: semos eficaces

Esta misma mañana. Vodafone.
Tropecientas opciones hasta conseguir hablar con un humano. Le explico lo que quiero.
- Ha de ir a una oficina personalmente.
- Muy bien, respondo, pero para asegurarme de llevar todos los papeles correctamente dame por favor el número de teléfono de la oficina de Gran Vía, 64, de Madrid para consultar.
- ¿Código postal?
- ¿Cual? el mío?
- No, me dice, el de la oficina...
- ... A ver, reina, es TU empresa, tú lo sabrás, no?
- (Silencio agresivo). ¿De qué ciudad?
- Madrid... ya te lo he dicho...
- Dirección?
- Gran Vía, 64.. pero si tú misma me has dicho a qué oficina debía ir¡¡¡
- Pues es que tenemos oficinas en toda España, no me sé los códigos postales de todas...
- (Flipo) Y mi empresa tiene oficinas en el mundo entero y tengo una base de datos de todas ellas, a que tú también?
- (Silencio agresivo dos, redoblado), uy, pues la oficina de Gran Vía, 64 no atiende estos temas, será la de Gran Vía, 30.
- (La mar salada) Pues antes era la del 64, según tú, pero puede haberse trasmutado en tienda de chinos en cuestión de minutos...
- ¿Cómo?
- Nada, que si me das el número de Gran Vía, 30...
- El 913333333...
- Muy bien, alguna otra oficina en Gran Vía que sí atienda estos temas?
- La de Gran Vía, 85.
- Me facilitas el teléfono, por favor?
- El 914444444.
- Muchas gracias, buenos días.

Marco al 913333333.
Movistar le informa que este abonado es un señor de Cuenca jubilado.
Genial.
Marco al 914444444.
Movistar le informa que este abonado es una tienda de chuches cerrada por indigestión.
Estupendo.

¿Alguien sabe si los operadores de atención al cliente están emparentados con los controladores aéreos por la parte de "aquetecabreo"?

viernes, 3 de diciembre de 2010

maternidad: una nueva religión?

Mi mejor amiga del instituto fue la primera de todos mis amigos que se casó y tuvo hijos. Llevará unos veinte años de pacífica y armónica vida matrimonial y sus dos hijos son un ejemplo de chavales bien educados.

Yo no sé cómo lo hace y por eso le pregunto cada dos por tres los secretillos que utiliza para mantener en perfecta forma esa familia que tanta envidia me despierta.

Cuando le conté que estaba embarazada, me dijo, casi susurrando:

- Te voy a decir algo que es políticamente incorrecto y muy mal visto en estos tiempos, pero yo creo en ello, lo he aplicado y me ha funcionado.

Ah, chingados¡¡ pensé, esta es la madre de todos los secretos... afiné la oreja...

- Los niños nacen sin derechos y se los tienen que ganar, día a día, a pulso, aprendiendo, trabajando, estudiando, equivocándose, jugando, siendo castigados, siendo premiados. Pero eso de que "mi niño hace lo que le viene en gana, porque es el rey de la casa", lo siento mucho, chica, pero no.

- Y no -continuó- porque mi trabajo como madre es, en primer lugar, que sobrevivan, en segundo que aprendan cómo manejarse en la vida y para ello es vital cumplir las normas, so pena de convertirse en unos marginados o delincuentes, y en tercer lugar, que aprendan a volar solos.

Para mí, la palabra de amiga es santa. No tengo más que ver las "pruebas" encarnadas en dos hombretones ya, mayores de edad, brillantes en los estudios, buenos para el deporte (uno más que otro, como suele pasar), buenas personas y con unos modales dignos de colegio suizo.

Como soy nueva en esto, seguramente acabe comiéndome con patatas mis palabras, ya se encargará la Lola de desubicar todas mis buenas intenciones al respecto de su educación. Pero al menos, hoy, tenemos nuestras teorías y a la medida de su tamaño (bolilla de carne de 72 cms) se las vamos aplicando con no mala fortuna, de momento.

Cierto es que yo soy más severa (en la teoría, al menos) que el Mandarín. Pero alguien ha de hacer de "poli malo" para que no se te suban a las barbas.

Parece que hoy en virtud de eso que llaman "crianza natural" los padres se someten a los deseos de los hijos y se afanan por no decepcionarles no sea que se "traumen", llegando a extremos absurdos como dejarles saltar en el sofá de la casa que visitan (son tan ricos¡¡), vociferar en un restaurante mientras corren entre las mesas molestando a todo el mundo, comprar regalos carísimos a niños pequeños cuando no eres rico (y probablemente, aunque lo fueras), permitirles insultos, faltas de respeto, agresiones o insolencias con un tibio "eso no se hace, eso no se dice" que le entra por un oído y le sale por el otro porque no tiene consecuencias... Estoy harta de esto, de verdad.

Estoy harta de ver a padres corriendo tras sus hijos para complacerlos a cómo de lugar. Estoy harta de ver cómo la estupidez, el miedo, la sobreprotección o quién sabe qué convierte a adultos en peleles sometidos a los caprichos de un pequeño tirano chantajista que canjea sonrisas y paz a cambio de la puntual atención a sus deseos.

Me apena ver a padres limitados socialmente porque su hijo no se sabe comportar ni cinco minutos. Me entristece que haya padres esclavizados por el ritmo que impone un pequeño como si fuera el centro del universo.

Los niños son una parte de la familia, una parte más, y hemos de aprender a convivir entre todos, atendiendo las necesidades y obligaciones de todos.

Porque los padres también tenemos necesidades.

martes, 30 de noviembre de 2010

Infancia es destino?

Sinceramente, queridos, espero que no.

O mejor dicho: espero que no sea hereditario.

Porque esta que os quiere (no a todos, seamos francos) tuvo una infancia, digamos, peculiar. Y no es que reniegue de mi pasado pasadísimo, que he aprendido a reconciliarme con las partes que no me gustaban. Más bien se trata de que la enorme originalidad con que fuí educada me convirtió en "la rara del cole", factor discriminatorio a más no poder que de no llevar puesta la coraza de una autoestima grande como la catedral de Burgos, hubiera acabado formando parte del mobiliario de algún afamado psiquiatra infantil.


Pero cuando has nacido en el 69 y te has criado en un pueblo, de eso no hay así que toca sobrevivir.

De mis primeros recuerdos en la escuela de monjas a la que me llevaron, sobresale el retrato de Franco presidiendo la clase. Yo pensaba que se se parecía a mi abuelo materno y que debía ser el abuelo de la sita Andrea, mi maestra.

Me han contado que un día, en clase de religión, osé alzar la voz contra la sita Andrea discutiéndole la bonita historia de Adán y Eva, y sosteniendo que aquello era un camelo de los gordos porque el hombre descendía del mono y no de dos incautos con taparrabos perdidos en un vergel idílico. Tenía cinco años y una mirada angelical. Pero a mí que no me vinieran con cuentos que mi padre era rojo y Darwin era un dios en casa (y Franco aún no la había palmado, amo el riesgo, ya veis).

Al curso siguiente estrenaba cole nuevo. Laico, claro. 

Mis padres esperaron entonces dos años tras la muerte de Franco, para asegurarse que no resucitaba ni nada, y se separaron. Eran los setenta. En España. En un pueblo donde todos nos conocíamos. Conmoción. Shock. Escándalo.

Mi madre nos llevó a vivir con sus padres a un piso triplex en la Castellana tan grande y oscuro que nunca me animé a investigarlo entero. Me cagaba de miedo con solo poner un pie en la escalera que daba al piso superior. Todo el mundo en la megacasa aquella no escatimaba esfuerzos por disimular su disgusto por la situación. No recuerdo que nadie nos prestara una especial atención, ni cuidados ni nada. Ahí te las ventilabas sola. En aquella época, los niños eran invisibles y apartados de todo.

Gracias al historial familiar, mi madre nos coló en mitad de curso en su antiguo colegio suizo. Éramos las recién incorporadas, las nuevas, las hijas de una separada. De pueblo, encima. Aunque yo estaba encantada de llevar uniforme y dejar en el armario los eternos pantalones de pana. Y de tener una compañera de pupitre sudafricana que presumía de ser un vampiro. Cada raspón que me hacía en las rodillas, le alargaba la pata para que me lamiera la herida.

Pero aquello no duró mucho y regresamos al pueblo. Nueva casa, nuevo cole (sin uniforme, jo) y nuevos aires para mi madre que le invadió el espíritu de Carmen Martínez-Bordiú y decidió que nos criara mi padre. El escándalo aquí alcanzó cotas legendarias.

Mi padre se encontró de la noche a la mañana con un par de crias a las que había que mantener vivas el mayor tiempo posible y no sabía cómo hacerlo. Así que pensó que cuanta más gente participara en nuestra educación, mejor. Y la que había sido la casa familiar se convirtió en "la casa de tócame roque". Allí todos los días había fiestas. Venga gente desfilando, cocinando, bebiendo, bailando.

Bienvenidos músicos, pintores, fotógrafos, escultores. A ser posible, de izquierdas y separados. Parecíamos el club de Toby. Todo el mundo era artista y raro. Pero era muy divertido aunque cada dos por tres nos cortaran la luz o el teléfonos por olvidar pagarlo. Aunque el agua se congelara en las tuberías del frío que hacía. Bailábamos samba para entrar en calor. Agarrábamos la manguera del jardín y regábamos el cole de monjas que había enfrente, preferiblemente en horas de clase.

Mi padre nunca fue al cole a hablar con los profesores ni nos ayudó a hacer los deberes. Pero con diez años conocía tan bien el románico, el gótico y el barroco que aprobé arte de primero de carrera sólo con recordar mi infancia. A mi padre le importaba poco si aprobábamos matemáticas pero sí que distinguiéramos a Mozart de Bach. Y que conociéramos el cine de la Nouvelle Vague y del neorrealismo italiano al dedillo.

Mi padre jamás fue a una representación del colegio ni a las exhibiciones de gimnasia rítmica. Pero nos llevó siempre con él a todos los viajes y nos compartía con sus amigos, como uno más de la pandilla que siempre nos acompañaba.

Mi padre jamás nos llevó ni nos recogió de ningún cumpleaños o fiesta de gente del cole. Pero nuestros amigos siempre eran bienvenidos y era frecuente que nos los lleváramos a escalar, a escarbar en yacimientos abandonados, a hacer espeleleología o a estudiar catedrales.

Mi padre nunca nos habló de la homosexualidad pero sus mejores amigas eran cinco lesbianas y crecimos sabiendo que era otra forma más de quererse.

Mi padre nunca se preocupó de cosernos un roto del pantalón o de llevar la ropa perfectamente límpia, pero nos enseñaba a comer quesos y foie como señoritas elegantes.

Claro, esta forma de vida tuvo efectos en nuestras pequeñas mentes que nos marcaban como "distintas". En lugar de ver el "un,dos, tres" mi padre me encasquetaba las obras completas de Moliere, y lo peor es que yo me las devoraba y suplicaba más, como una yonqui. Y luego el lunes no podía jugar en el patio porque no me sabía el "un, dos, tres". Y os aseguro que a nadie le apetecía verme recitar diálogos de "El Enfermo Imaginario".

Como podeis imaginar, me aburrían sobremanera. Pero una parte de mí, quería ser como ellos. He aquí el quid de la cuestión.

Que tus mejores amigos cuando tienes 11 años sean los amigos de tu padre, no es muy normal. Y supongo que tampoco es muy sano.

Por eso espero ser un poco más lista y dejar que mi Lola tenga un desarrollo normal. Que lea "Teo en tren" como primera lectura, por ejemplo, en lugar de "La Odisea", como yo.

Que así me he quedado y he terminado escribiendo un blog porque no hay quien me aguante. Hombre.